Reflexión | Y ¿Ahora qué?

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Estos últimos días realmente han sido horribles para la historia de nuestro país. No se trata de las acciones que se han tomado en contra de una persona en particular, sino del daño que se venía haciendo a toda una nación, a causa de la desmedida ambición y el abuso extremo del poder.

No podemos permitir que esto vuelva a repetirse, ¡Nunca más! Es inconcebible que personas con tantas capacidades y posibilidades hayan tirado por el caño toda una vida y por el mezquino afán de poder y tener, terminen con su apellido mancillado y con la dignidad de un país por los suelos. Es por eso que, discrepo grandemente de aquellos que en los últimos días han hecho sentir su opinión que con la determinación del pleno de la Corte Suprema, respecto del extrañamiento de la patria del expresidente de la República, piensan que hay que darle vuelta a la página y que ya con esa decisión se termina el problema.

Todo lo que hemos estado viviendo y que todavía no superamos, no fue el producto del accionar de una sola persona y tampoco con poner detrás de las rejas a algunos corruptos se resuelve el problema. Hay que restituir el dinero robado, mal gastado y dilapidado. Es cierto que el expresidente es inocente hasta que se pruebe lo contrario y efectivamente no ha sido vencido en juicio, pero también es cierto que cuando el “río suena, piedras lleva”. Además, que sería muy ingenuo creer que es mentira que la corrupción que sufrimos es un invento y una “persecución” de aquellos que han sido afectados por alguna decisión tomada por el Gobierno anterior.

Hace más de dos años atrás los señores obispos hicieron un fuerte llamado al declarar un: “¡Basta ya!” Pues queda claro que hoy habría que repetirlo con mucha más fuerza. Basta ya de dilatar la justicia que necesitamos. Basta ya de seguir haciendo más de lo mismo. Basta ya de tantas mentiras y de tanta falta de transparencia. Basta ya de discursos vacíos de contenido y de acciones concretas. Basta ya de proponer proyectos de ley en el Congreso que son populismos disfrazados de maquillajes que no resuelven las grietas que han dividido la familia hondureña. Basta ya de jueces al servicio del poder político o del poder económico. Basta ya de jugar con el espíritu religioso de la gente para justificar lo que no es digno de Dios. Basta ya de mediocridades y de distracciones ideologizadas en las que se quiere presentar como derecho lo que simplemente es un capricho. Basta ya de perder el tiempo en señalar a otros por el mal manejo de las cosas cuando por comisión u omisión todos tenemos menor o mayor responsabilidad en lo que ha ocurrido en el país. Basta ya de partidismos y politiquería barata. Honduras merece más de sus hijos y el tiempo de actuar es hoy.

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