Sábado Santo: Dios en silencio, la Iglesia en vela, el mundo distraído

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La iglesia en ese día, se asemeja a María, silenciosa, firme, contemplativa.

En el corazón del Triduo Pascual, el Sábado Santo es quizás el día más silencioso y, a la vez, más elocuente del calendario litúrgico. No hay Misas, no hay cantos, no hay celebraciones. Solo un profundo silencio. Es el eco del sepulcro, el susurro de la esperanza contenida, el grito callado de una humanidad que aguarda.

Sentido

Ese silencio, sin embargo, no es vacío. Es un espacio sagrado que interpela a la Iglesia y al mundo, especialmente en medio de las crisis que vivimos. Honduras, como muchas otras naciones, atraviesa noches oscuras: violencia, corrupción, desconfianza en las instituciones, migración forzada, desintegración familiar. Y en medio de todo, la Iglesia guarda silencio. No un silencio cómplice ni indiferente, sino un silencio que contempla, que ora y que espera. “Hay tanta bulla en el mundo, ¿verdad?”, se pregunta el Padre Alexis Melgar, Vicario de la Parroquia Santa María Reina y agrega que “el comercio, la política, otras religiones… y no se han dado cuenta de que el sábado es el momento propicio para meditar lo que ha sucedido”. La Iglesia, en este día, se asemeja a María. Silenciosa, firme, contemplativa. Sin espectáculo ni ruido, pero con una fe que no se apaga. Porque en medio del sepulcro, la esperanza aún respira.

1 SILENCIO

No hay liturgias, no hay ruido, no hay respuestas inmediatas. Sin embargo, ese aparente vacío es el lugar donde se gesta la esperanza más grande para la Iglesia: la Resurrección.

2 ESPERA

La espera cristiana no es resignación: es la firme esperanza de que la vida vencerá a la muerte, y que incluso en el sepulcro, el amor de Dios sigue actuando por nosotros, por Honduras.

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