Reflexión | Vuelve la mula al trigal…

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Los maquillajes y los repellos tarde o temprano desaparecen y dejan al descubierto fisuras o brechas a veces muy amplias. Quisieron aparecer como paladines de la defensa de los derechos de las niñas violadas y con los elementos sentimentales con los que siempre juegan, dijeron a la población que la píldora, mal llamada de emergencia, sería utilizada solo en esos casos. Ahora resulta que se abre el espectro y el uso de esa píldora será abierto, comercializado como si de una aspirina se tratase, sin restricciones y volviendo cada vez más permisivo el proceder de una población que agotada en tanto sufrimiento, violencia y desprecio, ve en las “prácticas sexuales” una válvula de escape.

Luego, aprovechando la celebración del Día Internacional de la Mujer, como si de premios se tratase, llevan al Congreso Nacional a discusión el tema de la educación sexual de nuestros niños y jóvenes, sin socializar con los padres de familia y los entes educadores, sino únicamente con los grupos que les son afines y que defienden la ideología de género como si de la Ley Natural se tratase. Evidentemente que como Iglesia jamás nos opondremos a la educación de nuestros niños y jóvenes. Pero la educación no ocurre sin valores y sin el respeto de los agentes educadores fundamentales que son la familia y la escuela. Educar no es deformar o ideologizar a nadie. Educar es desarrollar la persona humana en sus potencialidades y no reducida a pulsiones sexuales.

Educar no es adoctrinar a nadie y mucho menos a pequeños cuya estructura mental y emocional no está capacitada para ello. Es realmente agotador el ambiente en que vivimos porque estos, señores y señoras, abren nuevos frentes a cada rato. No son capaces de debatir, porque el que no piensa como ellos lo atacan y lo insultan. Sus planteamientos fanatizados y sordos nos pueden llevar a situaciones que hundirán más al país en la falta de respeto de los unos por los otros. Cuando no se me educa para respetar la dignidad del otro y verle en todas sus dimensiones, termino reduciéndole a una fuente de placer que puede ser desechada en el momento que quiera. Es realmente alarmante y preocupante que una vez más nos estén llevando a reducir a las personas a sus prácticas sexuales.

La sexualidad es muchísimo más que la genitalidad. Educando para el abuso de la sexualidad no construimos mejores personas y una mejor sociedad. Hay que invertir muchísimo en el desarrollo integral de nuestros niños y jóvenes y no es abriéndoles la puerta a un ambiente viciado, como cuando no se ve la sexualidad como comunicación sino como imposición, que saldremos adelante. Sabíamos que los grupos de presión que tiene el partido de gobierno iban a buscar imponer su agenda, pero tenemos que luchar para que la dignidad de cada persona, sobre todo de las mujeres, venga respetada, pero sin eufemismos y sin sustentar como legitimo lo que en le fondo deshumaniza y reduce la persona a un objeto.

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