Reflexión | Estado laico

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Esto del estado laico cada día resulta ser que es más enredado que la cola de un chancho. Cuando quiere, algunos de los personeros (personeras, personeres, según sea la afición) actuales defender su ideología, que insistimos es una visión parcial de la realidad, como cualquier ideología, arguyen que somos un estado laico. Eso es cierto, pero como bien me recordó un hermano laico, el estado es laico pero las personas somos religiosas. Para muestra un botón, han enviado a algunas dependencias del Estado en estos días una bendita encuesta titulada: “Diagnóstico Institucional de Género, inclusión y diversidad.-

Encuesta para personal en general”; siguiendo la línea de pensamiento de algunos de los grupos de presión que funcionan al interno del partido que tiene la mayor cantidad de adeptos en el Gobierno. Tendenciosamente les han preguntado cosas a los empleados de Gobierno que tienen que ver con las estructuras internas de las iglesias y afirmando cosas con respecto a las mujeres dentro de las comunidades religiosas que, al menos dentro de nuestra Iglesia, no responden ni mínimamente a lo que entendemos de lo que es una mujer.

Esas reducciones son ridículas pero eso es lo que ellos quieren que la gente crea para manipular la verdad. “Nada nuevo bajo el sol” diría el Qohelet. Un denominador común de las ideologías es que en su ataque a la Iglesia buscan imponer criterios que disfrazan de verdades y que luego resultan en proyectos que reducen y desvirtúan el valor de la persona humana. Una de las preguntas de la encuesta dice: “Las normas que la Iglesia promueve para las mujeres son: castidad, obediencia, maternidad y sacrificio, son correctas y vale la pena mantenerlas”.

Fuera de la visión minimalista de la pregunta lo más simpático es que, eso es lo mismo que se les pide también a los varones, con el cambio lógico de paternidad en lugar de maternidad. Y eso que nosotros, según estos ideólogos, queremos anular a las mujeres. Definitivamente, hay de feminidad a feminismos, así como hay de radicalismos a locuras y, de locuras a falsedades. Lo mejor de todo es cuando le piden a la gente que opine respecto a esto: “Las mujeres deberían poder ejercer y ocupar puestos jerárquicos altos en las iglesias de las diferentes religiones.” Pues sí, el “estado laico” en su mayor esplendor.

Es preocupante, claro, que estas ideas tan fuera de lugar se vayan forzando en la conciencia de la gente de nuestras comunidades. Ese estilo de “lavado de cerebro” la historia ha probado que no genera mayores libertades sino que genera mayores confusiones. Repito lo que recordé hace algunas semanas cuando les comentaba que abrir la puerta a uno de estos seudo derechos es abrirle la puerta a una desorientación absoluta que no hace personas pensantes sino esclavos de una ideología en la que al no nacido se le ve como enemigo y de ahí en adelante la “solución final” asoma en el horizonte poco a poco, aunque se diga que se trabaja por la persona. Atentos. Esto apenas empieza.

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