Reflexión | Crisis sobre crisis

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Por ahí leí en un comentario que vivir en Honduras definitivamente no es aburrido, porque hay mucho circo, muchos distractivos, demasiadas peleas, conflictos y crisis. Hay mucho “entretenimiento”. Pero se nos olvida que son personas concretas las que salen afectadas por el circo en el que nos han metido por muchísimo tiempo aquellos a los que no les ha importado la vida de los más indefensos y que, amparados en un endiosamiento que les viene por estar sostenidos por los mercaderes de la Fe de que se rodearon o de su ideología, pero sobre todo de su afán de poder y tener, han llevado nuestra patria a extremos de división y odio que no nos van a llevar a ninguna parte.

La situación tan precaria en que se encuentra nuestro país, no es únicamente un problema de carácter económico, sino y sobre todo es una verdadera crisis de valores, que ha sacado a relucir lo más bajo que un ser humano puede llegar a ser. En estos días hay muchos que han hablado de la necesidad de empatía, pero se nos olvida que para tener empatía es necesario al menos tener un corazón que no esté cargado de odio y de un afán de venganza. Una de las frases que más repito cuando se trata de las relaciones interpersonales es aquello de que “la Caridad no quita la justicia, sino que la supone”.

Podemos estar todos claros que las faltas que se cometen deben ser penadas, acorde con las pruebas que se presentan y no solo con base a lo que se supone. Sin justicia no hay futuro en ninguna institución humana y menos en un país tan frágil como el nuestro. No es posible que sigamos con este pésimo sistema de justicia. Otra crisis que se pudo evitar, nace de la falta de amor por la patria de los que se fueron y que parece ser que en su actitud desleal se les olvidó que no solo afectaban a un partido político sino a todo un país. Desde el momento en que concluyeron las elecciones generales de noviembre pasado, era evidente que las autoridades salientes, debían respetar, les gustase o no, el resultado de la voluntad popular.

Eso es saber vivir en democracia, porque por otra parte el valor superior que es la búsqueda del bien común, la búsqueda del bien de la mayoría les obligaba por ética, palabra que de repente no se han enterado siquiera que existe en los diccionarios, debían propiciar una transición transparente y acorde a lo que la mayoría había decidido. Si debemos creer al menos a lo que escuchamos de las nuevas personas encargadas se dejó no solo las arcas a medias sino con una especie de saqueo sistemático que barrió por donde pasó. Aun suponiendo que se exagera un poco, la verdad es que tenemos crisis por todos lados y el trabajo de resolverlas no es con actitudes de revancha porque eso lo único que logrará es polarizar más. Hay que amar a Honduras, por favor.

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