Reflexión- Año nuevo…litúrgico

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y Arquidiócesis de Tegucigalpa

Comenzamos un nuevo año. Un nuevo año litúrgico. Siempre todo inicio tiene sus expectativas, sus esperanzas, sus sueños. Para nosotros el año que comienza estará marcado por el final del año jubilar con motivo de los 275 años del hallazgo de la venerada imagen de Nuestra Señora de Suyapa. Como Iglesia hondureña viviremos sin duda, momentos cargados de esperanza por el nombramiento de algunos nuevos obispos y por el dolor de la ausencia de los que con tanta fidelidad y amor han servido a nuestras diócesis en las últimas décadas.

Siguiendo las nociones que el Santo Padre ha venido promoviendo y potenciando, sobre la Sinodalidad debemos admitir que, fuera de algunas respetables excepciones, estamos en pañales. El tema de Aparecida que sigue después de tantos años en el aire, es el de la Conversión Pastoral que lleve a la Renovación Parroquial para que tengamos discípulos misioneros que se lancen a una Misión que en el caso nuestro no será “continental” sino “nacional”. Uno de los planes que se ha propuesto en la Comisión Nacional de Pastoral es precisamente ese: tres años de preparación a una gran Misión Nacional.

Creo que es una necesidad que tenemos después de todo lo vivido a nivel social, político y religioso, sin descartar la crisis sanitaria de la que aún no salimos, que nos pongamos en camino con pasos firmes y decididos. Es un error craso el pretender seguir con esta mentalidad de una pastoral de conservación que nos está ahogando y no se está llevando a dejar de ser protagonistas de la evangelización. Más allá de las cifras que salen en algunas encuestas a las que les creo menos que a los políticos de nuestro patio, dado que no se trata de una competencia sino de una responsabilidad. Seguimos dejando caer en las garras de la confusión y la indiferencia a miles de hermanos nuestros a los que no les estamos llevando la Buena Nueva.

Primero, porque de nueva en nuestra manera de proceder solo le queda el nombre y de buena, el problema es que ahora cualquier doctrinilla inventada o manipulada la quieren pasar por buena cuando la categoría de “bueno” no depende de sensaciones o convenientes arreglos para llevar la fiesta en paz. Necesitamos cambiar el concepto de pastoral que hemos manejado desde hace muchísimo tiempo. No se trata de proselitismo, lo insisto, se trata de la más absoluta y exigente, necesidad que tenemos de responder a nuestra vocación de bautizados, de católicos. Es increíble cómo a estas alturas del partido, hay algunos que siguen considerando que la misión es un asunto para gente experta y no para cada uno de los que hemos recibido la gracia de haber nacido en una familia creyente o de haber conocido la Fe en Jesucristo proclamada en la Iglesia Católica. Si volvemos al evangelio, nos daremos cuenta que aquel versículo de “al que muchos se le da, mucho se le exigirá”, debería tenernos profundamente preocupados, porque la tarea que se nos encomendó, no la hemos cumplido como Dios se lo merece.

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