El orar hoy nos viene presentado a través de pequeños ejemplos puestos por Jesús de vida doméstica de los ciudadanos de su tiempo. Hoy el Evangelio que nos ofrece el “Padre Nuestro” de Lucas, al contrario de Mateo que usa la forma más tradicional, Lucas sólo tiene una palabra para iniciarla: “Padre”, que es ciertamente la traducción del original arameo usado por Jesús “Abbá”, que se traduciría como “querido padre, papá”. Esta palabra de gran intimidad, aseguran los especialistas tuvo que ser dicha por el propio Señor, que atrevidamente para su época le habla a Dios con tanta propiedad de intimidad y confianza. La audacia de Abrahán es superada por el propio Jesús que es el Hijo por excelencia. Viendo de cerca la versión de Lucas sobre el “Padre Nuestro” hay dos invocaciones al Padre que sirven de vértice: “Venga Tú Reino” y “perdónanos nuestros pecados”. La primera invocación reafirma el Tú de Dios y nuestra expresión de alabanza a Él, de quien esperamos siempre lo mejor. La segunda refiere a la existencia humana cotidiana nuestra. Comprendamos entonces que Lucas nos lleva del “Tú” que como pronombre singular invita a pensar en el otro pronombre del plural “nosotros” usado en la oración para que se fusionen y den sentido a esa maravillosa oración que es: diálogo con Dios Padre y el hombre que es hijo. De aquí que esta oración es el modelo de toda oración cristiana. Que venga su Reino, es la suplica de ese continuo acto de salvación divina en Cristo, sosteniéndonos con el pan de cada día en esta historia e invitándonos a su construcción con el empeño de amar perdonando siempre. Orar es entrar pues en este misterio, capacidad de descubrir quien en el secreto nos mira y escucha atentamente. Orar no es una emoción, no es un resplandor, una experiencia ligada a la necesidad; es, en cambio, una respiración continua del alma que no se apaga ni siquiera durante la noche. Dios está despierto siempre… Dios busca a quien esté en vela… como recita el canto, “¡Qué vez en la noche, dinos centinela!”. Los santos nos han dado mucho ejemplo de oración que todos debemos de seguir. San Francisco de Asís fue ¡un santo hecho de oración!
Propósito para esta semana:
Me dejaré llenar del ejemplo de algún santo o santa, para seguir en la medida de lo posible el horario y la manera como nos narran que oraba. No olvidemos que se para aprender a orar, hay que “orar”, así de sencillo. Dios hace su parte.