
Estamos por conmemorar los días que cambiaron al mundo y que nos enseña que la fe nos sostiene en los momentos de dificultad y adversidad. En esta Semana Santa, debemos mantener viva la llama de la esperanza incluso en los momentos más oscuros de nuestras vidas.
Fe
Este tiempo es un recordatorio poderoso de que, incluso en medio del sufrimiento y la incertidumbre, la luz de la resurrección brilla como un faro de esperanza y redención. El Presbítero Edwin López de la Diócesis de Trujillo, afirma que Jesús, en el Getsemaní, desde su humanidad, experimentó gran sufrimiento y angustia; fue una gran adversidad, y ¿Cómo pudo superarla a pesar de lo que se avecinaba? Solamente pudo en abandono completo en el poder del Padre a quién amaba y de quien se sabía amado. “Padre, que se haga tu voluntad y cualquier sufrimiento en esta tierra, puesto en las manos de Dios, es nada comparado con la gloria futura y que todo pasa para bien de los que aman al Señor, como san Pablo nos instruye”, afirmó.
Disposición
Pablo César Pérez, del movimiento de retiros parroquiales Juan XXIII afirmó que sería un tiempo perdido llegar a la Semana Santa con las manos vacías y los bolsillos llenos. “Debemos recordar los propósitos pensados al inicio de la Cuaresma, con obras de misericordia especialmente con el que no conocemos, con el más necesitado y con la mirada en la conversión, son nuestras manos las que el Cristo roto necesita, para dibujar una sonrisa en el que no tiene esperanza, que ha cumplido un sueño con una mano que se ha extendido”, dijo. Por su parte, Víctor Velásquez, seminarista de Danlí añade que, “Es interesante ver cómo los templos se llenan con oraciones que nacen del sufrimiento y el dolor, y es ahí donde podemos ver el rostro de Cristo crucificado que refleja el dolor de un pueblo que sigue caminando con esperanza”.