La realidad migratoria mueve su corazón para consagrarse al Señor

Hablamos de Sor Dina Mendoza, la segunda hondureña que pertenece a la Congregación de las Hermanas Scalabrinianas

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Orgullosa de sus raíces lencas, un espíritu aventurero y una sonrisa siempre en su rostro, son algunas de las características de Sor Dina Mendoza, una joven religiosa que hace un par de años, consagró definitivamente su vida al Señor a través de una comunidad religiosa que se dedica a atender migrantes.

Familia

Originaria de una comunidad fronteriza con El Salvador, un poblado llamado Guanacaste, perteneciente al municipio de Guajiquiro, La Paz, Sor Dina es la mayor de cinco hermanos. Recuerda con nostalgia que, desde los seis años, le gustó mucho la cocina y preparaba las tortillas que tanto agradaba a su abuelo, quien la elogiaba por esto. Gracias a él, quien era celebrador de la Palabra, va teniendo un acercamiento con el Señor. Él les daba catequesis y Sor Dina lo acompañaba a las comunidades para la celebración y el rezo del Santo Rosario ya que, por la lejanía, tenían la Santa Misa solo una vez al año.

Migración

Con el pasar de los años, sus padres estaban dedicados a diversas labores, por lo que ella se vio obligaba aun siendo niña, a encargarse de sus hermanos menores. Al terminar sus estudios de primaria, le toca emigrar a sus 12 años para seguir su formación. Se trasladó a La Paz para vivir con una tía quien había hecho un proceso de discernimiento para ser religiosa, pero al final no siguió ese camino.

Frente a su casa había un convento de franciscanas, pero curiosamente nunca se interesó en conocer esta congregación. Según aduce Sor Dina, es que eran muy serias y ella no quería ser así. Después de un año de vivir allí, vuelve a migrar, esta vez a Tegucigalpa para continuar sus estudios. Quería terminar la carrera de secretaria, pero el plan de Dios estaba en marcha para su vida.

Apoyo

Siempre contó con el apoyo de su papá. Cuando Sor Dina le comentó que tenía inquietudes vocacionales, no había pasado ni 24 horas cuando él le había investigado una extensa lista de conventos para que fuera a conocer. Esto le sorprendió, pero no quiso seguir tocando el tema.

Ella tenía la intención de retribuir todo el apoyo que había recibido de sus padres para estudiar. Teniendo 17 años, se mudaron a la colonia Flor del Campo de Comayagüela y conoció el Camino Neocatecumenal, fue durante este tiempo que profundizó su vocación. Tras haber terminado sus estudios, comenzó a trabajar en una tienda, siempre teniendo presente el llamado que Dios le hacía. Conoció varias comunidades, pero ninguna tenía lo que ella andaba buscando.

Espiritualidad

Conocía a las Hermanas Scalabrinianas, porque ellas acompañaron varios proyectos en su comunidad, pero no por una promoción vocacional. Fue después de varios acercamientos que logra conocer y gustar de esta espiritualidad. Decidió iniciar su proceso y acompañamiento vocacional y ser voluntaria en la recepción de migrantes en el aeropuerto. Esto fue cautivándola para entregar su vida a Dios y servir a estos hermanos. Después de su formación religiosa, es asignada como promotora vocacional en Honduras y es la segunda compatriota que pertenece a esta comunidad religiosa.

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