Iglesia de La Ceiba: del sínodo inicial a la madurez diocesana

Transcurridos casi diez años de su creación, la Diócesis de La Ceiba muestra solidez en la fe, alcanzando madurez en la evangelización

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Habiéndose desprendido de San Pedro Sula, la Iglesia que peregrina en los departamentos de Atlántida e Islas de la Bahía ha logrado encontrar una propia identidad y un bien dirigido caminar en la fe. Aunque faltan cosas por hacer, su obispo, sacerdotes y laicos concuerdan en que el avance es notorio en diversos aspectos.

Etapas

Con menos de un año y luego de la llegada de Monseñor Miguel Lenihan como pastor de la diócesis, la Iglesia en La Ceiba emprendió un peregrinar arduo bajo la temática de un sínodo que pretendía orientar la forma de celebrar la fe, dilucidar las expresiones cristianas en las regiones y fomentar la comunión. Monseñor Lenihan, afirma que “Esta primera experiencia diocesana, fue una oportunidad para trazar un horizonte: la Iglesia que queremos.

Al mismo tiempo, tener una memoria agradecida por el recorrido que han realizado las diversas congregaciones y pastorales establecidas en nuestras comunidades”. El primer obispo de La Ceiba, valora estos casi diez años como una verdadera lección de fe que se denota en las acciones pastorales.

Él expone que “concluido el sínodo, cada año se han asumido prioridades pastorales, que buscan incidir y promover una forma de aplicar y ponerse en práctica”. También Monseñor Lenihan, afirma que ha servido para descubrir y conocer las realidades de cada comunidad, por lo que “cada parroquia desde su propio contexto, ha hecho un esfuerzo, por aplicar y hacer vivir las dimensiones del discipulado, la Iglesia como comunidad, la vivencia pascual desde la liturgia en las celebraciones, el desafió evangelizador y la práctica de la caridad desde la comunidad samaritana”.

Frutos

Con la llegada de Monseñor Miguel, la feligresía puso al servicio de Dios y la disposición para emprender un caminar juntos, así lo afirma Rolando Obando, feligrés de La Ceiba y corresponsal del Semanario FIDES al decir que “Desde el sínodo, la Iglesia ceibeña ha enfrentado muchos retos, esto gracias a que tenemos un obispo con olor a oveja que nos acompaña, él ha demostrado ser muy activo, trabajando arduamente, tratando de mantener la fe en los pueblos”. Obando agrega que “con los frutos del trabajo en conjunto con la experiencia del sínodo, se mantiene la Iglesia firme en todos los aspectos acompañando a todos los movimientos”.

La unión entre los pastores y los fieles laicos ha dado resultados positivos en aspectos como organización, compañía cercana con comunidades alejadas, el fomento de vocaciones y el fortalecimiento de la fe en las familias. “Somos una Iglesia activa, viva y firme, de puertas abiertas para hacer lo que Dios nos pide” concluyó diciendo Obando, quien además es uno de los talentosos fotógrafos que ha captado los inicios y el crecimiento de la diócesis.

Retos

Siendo una de las diócesis más jóvenes, pero que madura con rapidez, La Ceiba ha sabido fomentar también el afrontar los desafíos en su recorrido y sobre todo con la actualidad de la pandemia. El Padre Óscar del Cid, vicario de Pastoral de La Ceiba, dice que “Afrontamos la realidad cambiante de los territorios que conforman la diócesis, la migración del campo a la ciudad, ha incidido en los liderazgos de jóvenes y adultos que, por trabajo y estudios, abandonan las comunidades y por tanto, se ve el efecto de este fenómeno en las comunidades rurales”.

La pandemia también significa un reto grande para el trabajo diocesano. “Hemos tenido que replantear las formas de evangelización y de organización a nivel diocesano y parroquial. Esto es parte de los desafíos que hoy estamos afrontando. Desde ahí las pastorales han tratado de aportar y poner esperanza al pueblo de Dios” expone el Padre Óscar, quien además, reconoce que falta mucho por caminar, pero que se va por un buen sendero.

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