En misión |La Iglesia existe para evangelizar

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“La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza” (AG 2), esta sentencia del Concilio Vaticano II confirma que lo que nos hace Iglesia es precisamente la misión. No existe, por tanto, una Iglesia que realiza una misión, sino una misión que da origen y razón de ser a la Iglesia. San Pablo VI lo reiteraría en Evangelii Nuntiandi cuando dice: “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda.

Ella existe para evangelizar” (14). De acá podemos comprender mejor que el llamado ya plasmado por el papa Benedicto XVI en Verbum Domini 95, cuando nos dice que: “la Iglesia no puede limitarse en modo alguno a una pastoral de «mantenimiento» para los que ya conocen el Evangelio de Cristo”, al punto que “el impulso misionero es la señal clara de la madurez de una comunidad eclesial”, es en realidad la invitación a “volver a los orígenes”, retomando la razón misma de ser Iglesia.

Este mismo llamado es el que el Papa Francisco enunciaría en términos de Aparecida en la Evangelii Gaudium 15 con estas palabras: “la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia. (…) «no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos» (Aparecida 548) (…) hace falta pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera» (Aparecida 370)”. Hoy por hoy, este llamado, al igual que en los inicios del cristianismo, nos desafía, y nos hace preguntarnos ante la realidad actual: ¿qué nos dice Dios? ¿Qué nos pide Dios? La respuesta, pareciera ser la misma: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado” (Mt 28, 19-20).

La misión y su finalidad es siempre la misma, sin embargo, la realidad cambia; y la Iglesia es quien está llamada a hacer presente esa misión permanente en la realidad concreta. Muy queridos hermanos y hermanas les invito a vivir inmensamente el octubre misionero como un tiempo de Gracia y valentía misionera. Demos todo lo que podamos en el empeño misionero, en la gran misión de nuestro Dios.

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