El camino hacia la santidad es una lucha cotidiana

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Este llamado hecho por Jesús hace más de dos mil años debemos tenerlo presente en cada una de las acciones que hacemos.

Santa Teresita de Lesieux definía la santidad de la siguiente manera: “La santidad consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, y confiados -aun con nuestro cuerpo- en su bondad paternal”. Y cuanta razón tiene este aspecto, debemos disponernos desde el corazón para vivir plenamente la santidad.

El Padre Rodolfo Varela, dice que popularmente hay un refrán que dice ” de tal palo tal astilla, hijo de pescado, pescadito es, hijo de tiburón tiburoncito es, y por ende si somos hijos de Dios tenemos que comportarnos como santos y no se trata de simplemente tener el título de hijos de Dios porque fuimos bautizados se trata de comportarnos como esos hijos de Dios”.

¿Y cómo se logra esto?

El padre Varela nos dice que no hay una fórmula exacta para alcanzar la santidad sino que “se trata de unir mi voluntad a la voluntad de Dios ofreciendo mis pensamientos, palabras y acciones al Señor”.

La santidad es una tarea cotidiana que tiene que ver con el amor a Dios y el amor a los demás en cada momento. La santidad tiene que ver con tu presente, con tu libertad de elección y por supuesto con el amar en lo grande, pero por sobre todo en lo pequeño y cotidiano.

Así nos lo recuerda San José María Escrivá “La santidad “grande” está en cumplir los deberes pequeños de cada instante”. Ya sabemos que a cada instante estamos llamados a ser santos, no es un asunto que debemos dejar para después. Ser santo significa en primer lugar «ser», es decir tomar conciencia de que existo, de que “soy yo” único e irrepetible.  Y vivir esta existencia esforzándome por descubrir cómo es que Dios me ha pensado. 

El Papa Francisco en uno de sus mensajes nos ha recordado que: “En el momento de la prueba, siempre tenemos la tentación de mirar hacia atrás, de mirar a los esquemas del mundo, a los esquemas que teníamos antes de comenzar el camino de la salvación, sin libertad. Y sin libertad no se puede ser santo. La libertad es la condición para poder caminar mirando la luz hacia adelante”.

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