El adiós al Santo Padre Francisco

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La Plaza de San Pedro se cubrió de historia y solemnidad. El 26 de abril de 2025 quedará grabado en la memoria de la Iglesia con la misa funeral del Papa Francisco, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re. Más de 980 concelebrantes, entre cardenales, obispos y sacerdotes, acompañaron esta emotiva liturgia que siguió el renovado Ordo Exsequiarum Romani Pontificis de 2024, diseñado bajo la visión de simplificación del propio Papa Francisco. A un costado del altar, el icono de la Salus Populi Romani, tan querido por el Pontífice, ofrecía su presencia maternal.

El rito fúnebre, celebrado en latín, incluyó momentos profundamente simbólicos como la Última commendatio y la Valedictio, expresiones de fe y esperanza en la vida eterna. Seis oraciones de los fieles resonaron en varios idiomas —francés, árabe, portugués, polaco, alemán y chino— reflejando el carácter universal del ministerio de Francisco. Tras la Comunión, la ceremonia concluyó con el cardenal Re bendiciendo el ataúd antes de su traslado hacia la Basílica de Santa María la Mayor, en una procesión que cruzó el corazón de Roma, pasando por el Coliseo y la Via dei Fori Imperiali.

En la Basílica de Santa María la Mayor, el Papa Francisco recibió su última morada en un nicho lateral, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza. Los salmos, las intercesiones y el canto del “Regina Caeli” envolvieron el momento del entierro en una atmósfera de oración profunda. Los sellos de la Santa Sede, puestos sobre el féretro, certificaron el acto solemne. El eco de las plegarias y los sellos sobre el ataúd marcaron el cierre de una era llena de misericordia y apertura al mundo.

La despedida al Papa Francisco reunió a una impresionante cantidad de delegaciones de todo el mundo. Delegaciones de 53 países y 9 organizaciones internacionales se hicieron presentes, además de representantes de casas reales, primeros ministros y embajadores. Desde Argentina hasta Japón, pasando por Honduras, Francia y Sudáfrica, el mundo entero quiso rendir homenaje a quien fue “un Papa con el corazón abierto a todos”.

El espíritu de unidad también se reflejó en la participación ecuménica. Patriarcados ortodoxos, Iglesias reformadas y luteranas, y comunidades anglicanas enviaron a sus más altos representantes. Desde el Patriarcado de Constantinopla hasta el Consejo Mundial de Iglesias, todos coincidieron en celebrar la vida y el legado de un Papa que trabajó incansablemente por la unidad de los cristianos y el diálogo interreligioso.

La Plaza de San Pedro también fue testigo de un encuentro interreligioso inédito. Representantes del judaísmo, islam, budismo, hinduismo, sijismo, zoroastrismo y jainismo estuvieron presentes en esta ceremonia, reafirmando el espíritu de apertura que Francisco cultivó a lo largo de su pontificado. Hoy, Roma no solo despidió a un Papa, sino también a un constructor de puentes entre culturas, religiones y pueblos.

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