A 8 días para celebrar el 278 aniversario del hallazgo de la Santísima Virgen de Suyapa, el Papa Francisco nos invita a que confiemos a la Madre de Dios nuestras preocupaciones, dolores y esperanzas en la bula de convocatoria del Jubileo Ordinario del año 2025: Spes non confundit. Una convocatoria que nos permite conocer el espíritu, las intenciones y los frutos esperados por el Pontífice de este Año Santo. El Año Jubilar 2025 “bajo el amparo de María” se refiere a la devoción a la Virgen María, que, según los textos marianos del Nuevo Testamento, mantuvo su actitud de esperanza al compartir la vida de Cristo y así nos lo resalta el Santo Padre cuando nos hace reflexionar y nos dice “La esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto.
En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida. Como toda madre, cada vez que María miraba a su Hijo pensaba en el futuro, y ciertamente en su corazón permanecían grabadas esas palabras que Simeón le había dirigido en el templo: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón”. (Lc 2,34-35). Por eso, al pie de la cruz, mientras veía a Jesús inocente sufrir y morir, aun atravesada por un dolor desgarrador, repetía su “sí”, sin perder la esperanza y la confianza en el Señor. De ese modo ella cooperaba por nosotros en el cumplimiento de lo que había dicho su Hijo, anunciando que “debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días” (Mc 8,31), y en el tormento de ese dolor ofrecido por amor se convertía en nuestra Madre, Madre de la esperanza.” (Francisco, Spes non confundit, 24) Continúa diciendo el Papa, “No es casual que la piedad popular siga invocando a la Santísima Virgen como Stella maris, un título expresivo de la esperanza cierta de que, en los borrascosos acontecimientos de la vida, la Madre de Dios viene en nuestro auxilio, nos sostiene y nos invita a confiar y a seguir esperando”. (Francisco, Spes non confundit, 24) y se nos apremia a recuperar la alegría del Evangelio, con la ayuda de María para vencer las tinieblas que nos envuelven, renovarnos con su amor visible, su amor materno lleno de ternura y a ser un pueblo que comparta el amor de Madre de Nuestra Señora de Suyapa, Patrona de Honduras con todo el mundo, como modelo de esperanza y consuelo.
En muestra Honduras, una comunidad y cultura tan envuelta en la violencia y el alejamiento de Dios y de su misericordia, el santuario de Nuestra Señora de Suyapa es un lugar de paz y de diálogo con nuestra Morenita, un lugar para atreverse a creer en la vida nuevamente y comprometerse a vivir con esperanza, confianza, constancia, fe, paciencia y perseverancia.