Editorial | Nuestra voz | Nueva malla curricular ¿igualdad o equidad?

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La Secretaría de Educación a través de sus páginas oficiales informó sobre la implementación de una nueva malla curricular a partir del mes de febrero de 2023, para los tres niveles educativos del país con nuevos enfoques pedagógicos y priorización de los contenidos en educación ambiental, equidad de género, derechos humanos, educación sexual y para la salud, educación multicultural e intercultural, cultura emprendedora, equidad e inclusión. La publicación de un libro de la signatura de Educación Cívica, dirigido para séptimo grado, en el que hace referencia del matrimonio de mujer y hombre y del matrimonio igualitario, han encendido las alarmas de padres y asociaciones de colegios privados manifestando su férrea oposición a que temas tan sensibles sean tratados en el sistema educativo bajo el enfoque de la ideología género.

Ante las críticas y protestas, el director general de Comunicaciones de la Secretaría de Educación, manifestó que las discusiones que tengan que ver con orientación sexual, diversidad sexual, matrimonio igualitario, sexualidad en general y la introducción de estos textos en los centros educativos, pasa por la aprobación del Congreso Nacional, en conjunto con representes de la comunidad LGTBIQ+ y que no descartaba que en toda esa campaña de desinformación estén involucrados grupos políticos y fundamentalistas religiosos.

No entraremos en discusiones inútiles, porque se tiene claro que las mujeres y los hombres son diferentes, evidentemente, pero es muy necesaria la visión de ambos en todos los ámbitos de la vida y no debe ser contaminado por ideologías que promueven la destrucción del mecanismo mediante los cuales los hondureños aprenden los rituales religiosos, las reglas de etiqueta, lo que es lícito e ilícito, lo que se espera del comportamiento que nos identifica como mujeres o como hombres.

El cambio por relaciones más justas, en igualdad de condiciones y la transformación de las relaciones sociales, son valores que se adquieren y se deben promover en el seno de la familia, núcleo responsable de combatir los efectos negativos de la desigualdad; como la discriminación institucionalizada contra la mujer, la que invisibiliza los aportes que ella hace a nuestra sociedad, pero sin destruir la construcción de la complementariedad de la masculinidad. Eso implica que el sistema educativo no puede ni debe trastocar los valores familiares, sino complementarlos promoviendo entornos y relaciones de respeto por todo ser humano, pero sin normalizar aquello que va en contra de la naturaleza y el Plan de Dios.

Por su parte, el Estado, debe garantizar la igualdad jurídica entre hombres y mujeres, delimitar estratégicamente los mecanismos para hacerlo y sancionar debidamente cuando esto no se alcance. Que no quepa duda, que como ciudadanos católicos siempre promoveremos y apoyaremos el florecimiento de una sociedad más empática donde juntos, hombres y mujeres, trabajen por una convivencia más justa, digna y en la que se cuente con los recursos necesarios para desarrollar las capacidades individuales, y la generación de programas y políticas públicas inclusivas, donde quepan todos y se pueda ejercer liderazgos con confianza y seguridad. Reiteramos el rechazo a la implementación de una enseñanza que altera el concepto de la sexualidad, parcializándola y reduciéndola a lo corporal y al placer.

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