Editorial |Nuestra voz | Constitución Apostólica Praedicate Evangelium

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Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos y la Virgen María en la fiesta de Pentecostés, inmediatamente comenzaron a proclamar el Evangelio. De tal forma, que el Espíritu Santo es vital en la misión y el testimonio de la Iglesia, por esa razón el Catecismo de la Iglesia nos enseña que en Pentecostés nació nuestra Iglesia. Por lo que, no es casualidad que el Papa Francisco haya elegido un día como el de Pentecostés para que entrara en vigencia uno de los documentos más esperados de su magisterio, ‘cocinado a fuego lento’ durante casi una década.

Praedicate Evangelium (Predicar el Evangelio) es la nueva Constitución Apostólica cuyo nombre es indicativo de la perspectiva en la que se llevó a cabo la reorganización de la Curia Romana, que no es otra cosa, que el conjunto de órganos de Gobierno de la Iglesia Católica que ejerce funciones legislativas, ejecutivas y judiciales; reingeniería destinada a promover su servicio a favor de la evangelización y a propiciar su conversión misionera, creando estructuras de servicio más articuladas, descentralizadas y adaptadas a la misión de la Iglesia entre los más pobres, adquiriendo los laicos un papel protagónico. Para el Papa, la reforma de la Iglesia se produce “desde dentro”, es decir, en la fuerza de un proceso espiritual que cambia las formas y renueva las estructuras; valiéndose de la herencia de la mística ignaciana, el Papa Francisco destaca la íntima conexión entre experiencia interior, lenguaje de la fe y reforma de las estructuras.

“La reforma no es un fin en sí misma, sino un medio para dar un fuerte testimonio cristiano, para favorecer una evangelización más eficaz”, advierte el Papa en el preámbulo de Praedicate Evangelium, reafirmando que se trata de una reforma “deseada vivamente”, que busca “perfeccionar aún más la identidad de la Curia romana” en la manera como ayuda al Pontífice “en el ejercicio de su suprema función pastoral, para el bien y el servicio de la Iglesia universal y de las iglesias particulares”.

En nuestra vida diaria de Iglesia, la importancia y trascendencia de la entrada en vigencia de esta Constitución Apostólica, proviene de la recuperación de la doctrina del «sacerdocio común de los fieles» (LG 10), con la cual se reinterpreta la importancia de los laicos en la vida institucional y pastoral. Se afirma que en virtud del bautismo todos los miembros de la Iglesia están investidos de la «dignidad de hijos de Dios» y que su participación activa en la misión de la Iglesia debe considerarse como indispensable y necesaria junto a los sacerdotes, religiosos y consagrados. Como Iglesia particular queremos destacar, el protagónico papel que desempeñó el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, coordinador del grupo de los nueve purpurados conocido como “Consejo de Cardenales”, en el proceso de reforma de la Curia Romana plasmado en la Constitución Apostólica Praedicate evangelium (Predicar el Evangelio) ¡Gracias por su trabajo incansable! Y por contribuir a “armonizar mejor el ejercicio diario del servicio de la Curia con el camino de evangelización que la Iglesia, sobre todo en este tiempo, está viviendo”.

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