Conozca el impactante testimonio espiritual de San Francisco Javier

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La liturgia de las Horas, específicamente en el oficio de lectura, ofrece un testamento espiritual que toda persona debe conocer. Hoy que se celebra la memoria litúrgica de San Francisco Javier,patrono de las misiones, la oración oficial de la Iglesia ofrece una carta de este santo a San Ignacio de Loyola, que relata su experiencia de misión y el llamado que hace a todos los bautizados, para predicar la buena noticia de salvación. A continuación te ofrecemos esta importante lectura espiritual:

De las cartas de san Francisco Javier, presbítero, a san Ignacio (Cartas 4 [1542]… y 5 [1544]: BAC 101, Cartas y escritos de san Francisco Javier, pp. 107-108. 115-116)

¡AY DE MÍ SI NO ANUNCIO EL EVANGELIO!

Venimos por lugares de cristianos que ahora habrá ocho años que se hicieron cristianos. En estos lugares no habitan portugueses, por ser la tierra muy estéril extremo y paupérrima. Los cristianos de estos lugares, por no haber quien les enseñe en nuestra fe, no saben más de ella que decir que son cristianos. No tienen quien les diga misa, ni menos quien los enseñe el Credo, Pater noster, Ave María, ni los mandamientos.

En estos lugares, cuando llegaba, bautizaba a todos los muchachos que no eran bautizados; de manera que bauticé una grande multitud de infantes que no sabían distinguir la mano derecha de la izquierda. Cuando llegaba en los lugares, no me dejaban los muchachos ni rezar mi Oficio, ni comer, ni dormir, sino que los enseñase algunas oraciones. Entonces comencé a conocer por qué de los tales es el reino de los cielos.

Como tan santa petición no podía sino impíamente negarla, comenzando por la confesión del Padre, Hijo y Espíritu Santo, por el Credo, Pater noster, Ave María, así los enseñaba. Conocí en ellos grandes ingenios; y, si hubiese quien los enseñase en la santa fe, tengo por muy cierto que serían buenos cristianos.

Muchos cristianos se dejan de hacer, en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a los estudios de esas partes, dando voces, como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas: “¡Cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos!”

Y así como van estudiando en letras, si estudiasen en la cuenta que Dios, nuestro Señor, les demandará de ellas, y del talento que les tiene dado, muchos de ellos se moverían, tomando medios y ejercicios espirituales para conocer y sentir dentro de sus ánimas la voluntad divina, conformándose más con ella que con sus propias afecciones, diciendo: “Aquí estoy, Señor, ¿qué debo hacer? Envíame adonde quieras; y, si conviene, aun a los indios.”

Oración

Señor y Dios nuestro, tú has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de san Francisco Javier; infúndenos su celo generoso por la propagación de la fe, y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.

Vida y obra de San Francisco Javier

El Papa Pío X nombró a San Francisco Javier como Patrono de todos los misioneros porque fue sin duda uno de los misioneros más grandes que han existido. Ha sido llamado: “El gigante de la historia de las misiones”.

Empezó a ser misionero a los 35 años y murió de tan solo 46. En once años recorrió la India, el Japón y varios países más. Su deseo de ir a Japón era tan grande que exclamaba: “si no consigo barco, iré nadando”.

Francisco nació cerca de Pamplona (España) en el castillo de Javier, el 7 de abril de 1506. Era de una familia que había sido rica, pero que a causa de las guerras se había venido a menos. Desde muy joven tenía grandes deseos de sobresalir y de triunfar en la vida. Era despierto y de excelentes cualidades para los estudios.

Fue enviado a estudiar a la Universidad de París, y allí se encontró con San Ignacio de Loyola, quien se hizo muy amigo suyo y empezó a repetirle la famosa frase de Jesucristo: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?”. Este pensamiento lo fue liberando de sus ambiciones mundanas y de sus deseos de orgullo y vanidad, y lo fue encaminando hacia la vida espiritual. Aquí se cumplió la frase del Libro del Eclesiástico: “Encontrar un buen amigo es como encontrarse un gran tesoro”. La amistad con San Ignacio transformó por completo a Javier.

Francisco fue uno de los siete primeros religiosos con los cuales San Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de Padres Jesuitas. Ordenado Sacerdote colaboró con San Ignacio y sus compañeros en enseñar catecismo y predicar en Roma y otras ciudades.

El Sumo Pontífice pidió a San Ignacio que enviara algunos jesuitas a misionar en la India. Javier obedeció inmediatamente y emprendió el larguísimo viaje por el mar. Con San Javier empezaron las misiones de los jesuitas.

Son impresionantes las distancias que Francisco Javier recorrió en la India, Indostán, Japón y otras naciones. A pie, solamente con el libro de oraciones, como único equipaje, enseñando, atendiendo enfermos, obrando curaciones admirables, bautizando gentes por centenares y millares, aprendiendo idiomas extraños, parecía no sentir cansancio. Por las noches, después de pasar todo el día evangelizando y atendiendo a cuanta persona le pedía su ayuda, llegaba junto al altar y de rodillas encomendaba a Dios la salvación de esas almas que le había encomendado.

Estableció clases de catecismo para niños y adultos. Popularizó la costumbre de confesarse y comulgar. Enseñaba la religión por medio de hermosos cantos que los fieles repetían con verdadero gusto.

Cuando más tarde quisieron llevar sus restos a Goa, encontraron su cuerpo incorrupto (y así se conserva). Francisco Javier fue declarado santo por el Sumo Pontífice en 1622 (junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San Isidro).

 

 

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